"Los hombres son seres que se curan, guardan de sí mismos, que generan, vivan donde vivan, un espacio parquizado en torno a sí mismos. En parques urbanos, parques nacionales, parques cantonales, parques ecológicos, en todos lados deben los hombres formarse una opinión sobre cómo debe ser regulada su conducta consigo mismos." Peter Sloterdijk, Reglas para el Parque Humano.

lunes, 2 de agosto de 2010

Cuadro Limítrofe II

Junto a la anterior descripción semiológica del trastorno de personalidad limítrofe de Perry y Klerman (1998) también encontramos el diagnóstico psicodinámico del psicoanalista Otto Kernberg, que podemos esquematizar en cuatro grandes aspectos, a saber:

a. Angustia crónica difusa y flotante.
b. Neurosis polisintomática o pan-neurosis:
- Fobias múltiples en la vida diaria.
- Síntomas obsesivo-compulsivos racionalizados y sobrevalorados.
- Síntomas conversivos múltiples y bizarros, incluso alucinaciones corporales.
- Reacciones disociativas (fugas, estados crepusculares histéricos, amnesia)
- Hipocondriasis con rituales sanitarios.
- Tendencias paranoides.
c. Tendencias sexuales perverso-polimorfas (conductas desviadas, fantasías perversas, relaciones interpresonales inestables)
d. Estructuras prepsicóticas:
- Personalidad paranoide
- Personalidad esquizoide
- Personalidad hipomaniaca y ciclotímica
e. Neurosis impulsiva y adicciones:
- Erupciones crónicas y repetitivas de impulsos que gratifican necesidades
egodistónicas. (Trastorno del control de impulsos)
- Alcoholismo, cleptomanía, obesidad psicogénica.

Heerlein, A (2000) Psiquiatría Clínica. Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Chile.

lunes, 26 de julio de 2010

Cuadro Limítrofe.

En la práctica clínica a veces resulta práctico poseer algunos tips para el diagnóstico de algunas patologías que suelen ser más frecuentes e importantes, ayudando así a conducir el tratamiento de quien consulta. A continuación algunos elementos diagnósticos para el trastorno de personalidad limítrofe o borderline, extraídos del texto Psiquiatría Clínica de Andrés Heerlein (2oo0):

Diagnóstico semiológico de Perry y Klerman (1980):

+ Los síntomas aparecen en situaciones de estrés a veces con síntomas psicóticos.
+ Comportamientos impulsivos, irreflexivos a impredecibles.
+ Abuso episódico de drogas, crisis bulímicas y cleptomanía.
+ Al irritabilidad y exigentes en relación al medio.
+ Antecedentes de autoagresiones y heteroagresiones.
+ Historia de intentos y gestos suicidas.
+ Múltiples cambios de pareja y trabajo que no progresan pese a poseer incluso elevadas habilidades intelectuales.
+ Prácticas sexuales poco usuales.

Relaciones sociales.

+ Tienden a controlar a los demás, explotándolos para los propios fines.
+ Buscan compañía porque no toleran la soledad.
+ Historia de relaciones íntimas tormentosas.
+ Promiscuidad, sadismo y masoquismo.
+ Apego extremadamente dependiente con rechazo extremo.

Imágen de sí mismo.

+ Muy centrados en sí mismos (apariencia, cuerpo, reacción de otros hacia ellos)
+ Les cuesta definirse a sí mismos (identidad difusa de Erikson)´
+ Fachada de seguridad y omnipotencia que oculta la poca tolerancia a la frustración.
+ Se enojan fácilmente en las discusiones y adoptan conductas oposicionistas.
+ Sarcásticos y exigentes, pues piensan que merecen un trato especial.
+ Afectos dominantes:
- Enojo
- Soledad
- Vacío

Heerlein, A. (2000) Psiquiatría Clínica. Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Chile.

martes, 13 de julio de 2010

Notas político-psicoanalíticas sobre el problema de la droga.

Tras un largo receso vuelvo nuevamente a escribir sobre las drogas, esta vez desde una apreciación político-psicoanalítica sugerida por Slavoj Zizek en su texto "Defensa de la intolerancia". Una de las tesis planteadas habla de que nuestro tiempo está dominado por la presencia de la post-política, que no es otra cosa que la despolitización de la política y todo lo que la misma incluye. En este ángulo de disparo, quisiera ubicar estas brevenotas.

Zizek plantea que la post-política no sólo se contenta con reprimir toda acción política sometiendola a sus mecanismo de regulación y contención, sino que ha ido más allá excluyéndola de cualquier tipo de discusión, retirándola de la esfera del discurso público y privado. El problema de las drogas no ha estado excento de estos esfuerzos de despolitización, en tanto el gobierno y sus instituciones, junto a la propaganda de los medios de comunicación se han encargado de excluir la voz de los consumidores al focalizar todo el conflicto en el objeto droga, perspectiva desde la cual llama a los consumidores adictos que significa "los sin voz". Desde Lacan, decimos que están excentos del terreno simbólico o campo de la palabra, son forcluidos de la misma. Aquí lo que retorna no es lo reprimido en lo simbólico sino la violencia policial en lo real, bajo consignas del tipo "Guerra a las drogas" (esta no es una metáfora). Se montan operativos policiales, se allan casas y poblaciones, se toman detenidos a consumidores y narcos, se criminaliza toda relación a la droga.

El discurso de la "Guerra a las drogas", psicotiza el problema, separándolo del campo de la palabra que es el debate público, ya que no hay posibilidad de diálogo ni de reconocimiento de la discidencia respecto del discurso dominante, la lucha es real .

sábado, 27 de febrero de 2010

Para una clasificación por la función psicoactiva de las drogas.

Antonio Escohotado (1995) propone ordenar las drogas psicoactivas por su psicoactividad (subjetividad) en tres esferas:

Primera Esfera: alivio del dolor, del sufrimiento y del desasosiego, llamando dolor a la respuesta inmediata ante alguna lesión, sufrimiento a la respuesta ante una pérdida actual o posible y desasosiego a lo que impide dormir, concentrarse o simplemente existir sin angustia.

Segunda Esfera: es el estado de ajenidad o como dice el poeta "no desear los deseos", que se manifiesta como pereza, impotencia y aburrimiento.
Tercera Esfera: curiosidad intelectual y corazón aventurero, mal adaptados a una vida inmersa en rutinas y anticipada por otros, cuya aspiración es abrirse horizontes propios.

A cada esfera, antes mencionada, le corresponde alopáticamente un tipo de droga:

Drogas de paz interior: abarcan desde una sutil hibernación hasta el plácido embrutecimiento.
Drogas de energía: incrementan las tensión de los circuitos eléctricos.
Drogas de excursión: promoven la exploración de zonas no recorridas del ánimo y la conciencia.

Escohotado, A. (1995) Aprendiendo de las drogas. Usos y abusos, prejuicios y desafíos.

martes, 23 de febrero de 2010

Síndrome de abstinencia de alcohol. (DSM-IV)

A. Interrupción (o disminución) del consumo de alcohol después de su consumo prolongadoy en grandes cantidades.

B. Dos o más de los siguientes síntomas desarrollados horas o días después de cumplirse el criterio A:

(1) hiperactividad autonómica (p. ej. sudación o más de 100 pulsaciones)
(2) temblor distal de las manos
(3) insomnio
(4) náuseas o vómitos
(5) alucionaciones visuales, táctiles o auditivas transitorias, o ilusiones
(6) agitación psicomotora
(7) ansiedad
(8) crisis comiciales de gran mal (crisis epiléptica)

C. Los síntomas del criterio B provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro de la actividad social laboral, o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto.

D. Los síntomas no se deben a enferemedad médica ni se explican mejor por la presencia de trastorno mental.

Especificar si:

Con alucionaciones perceptivas: Estas especificación debe anotarse en el caso poco frecuente de que las alucionaciones con juicio de realidad intacto o las ilusiones auditivas, visuales o táctiles aparecen en ausencia de delirium. Juicio de realidad intacto significa que el sujeto sabe que las alucionaciones son inducidas por la sustancia y no representan la realidad externa. Cuando las alucionaciones aparecen en ausencia de juicio de realidad intacto, debe considerarse un diagnóstico de trastorno psicótico inducido por sustancia, con alucionaciones.

DSM-IV-TR. Brevario Criterios Diagnósticos (2002).

lunes, 15 de febrero de 2010

Legitimación científica de la moral antidrogas.

Hemos revisado (especialmente en el diagnóstico de abuso) cómo los criterios asociados a los trastornos de la adicción se redactan parcialmente como faltas al deber o incumplimiento de las obligaciones, es decir como infracciones morales. Si tal es la situación, cabe preguntarse entonces ¿por qué ocurre esto?. Al parecer el hecho de que estas infracciones esten rotuladas bajo un diagnóstico psiquiatrico, confiere a las mismas el valor de una verdad científica, en tanto que no son sólo son infracciones, sino que ante todo síntomas de una enfermedad, tanto como lo son la tolerancia al consumo de sustancias psicoactivas (neuroadaptación) como los daños físicos que éstas producen. Hay una diferencia entre hablar de meras infracciones a hablar de síntomas, éstos últimos permiten comprobar y legitimar médicamente la verdad de las aprenciones morales y el cuidado por el cumplimiento de las tareas a que ellas obligan, no sólo mediante los tratamientos psicoterapéuticos y la farmacoterapia mental, sino que también, y aquí está lo importante, mediante el ejercicio de la vigilancia diagnóstica que el conjunto de actores e instituciones sociales pueda hacer. Lo que en el diagnóstico de dependencia aparece como un aparente acto fallido en la falta ante el imperativo, en el diagnóstico de abuso se consagra como una decidida sanción de la norma moral. Esta normal moral, al haber pasado por el cedazo diagnóstico de la medicina psiquiatrica, afecta al propio cuerpo (moral orgánica), apunta a su control para la efectiva realización de determinados preceptos, la investigación neurológica en el campo de los dependencias bien podríamos hipotetizar funciona en sentido, pese a qué algunos podrían acusarnos de excesiva especulación, no obstante nos vemos forzados a ello comprendiendo que el fin práctico al que apunta el suministro de determinados fármacos es justamente la merma de los criterios diagnósticos antes mencionados.

viernes, 12 de febrero de 2010

Diagnóstico de dependencia de sustancias psicactivas. (DSM IV)

Un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo, expresado por tres (o más) de los ítem siguientes en algún momento de un período continuado de 12 meses:

1)Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes item:

a. Una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.

b. El efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su consumo continuado.


2) Abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítem:

a. Síndrome de abstinencia característico para la sustancia (v. Criterios A y B de los criterios diagnósticos para la abstinencia de sustancias específicas).

b. Se toma la misma sustancia (o muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

3) La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que inicialmente se pretendía.

4) Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.

5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (p. ej. visitar a varios médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (p. Ej. fumar un cigarrillo tras otro) o en la recuperación de los efectos de la sustancia.

6) Reducción de importante actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de sustancia.

7) Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recividantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (p.Ej., consumo de la cocaína a pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una úlcera).

Codificadores del curso de la dependencia:

0 Remisión total temprana
1 Remisión parcial temprana
2 Remisión total sostenida
3 Remisión parcial sostenida
4 En entorno controlado
5 Leve/Moderado/Grave.

Psiquiatría Clínica. Editor: Andrés Heerlein (2000) Dependencias de sustancias psicoactivas. Daniel Seijas B.