Contra la opinión de quienes argumentan que la prohibición del incesto responde a una tendencia biológica de evitar los cruces consanguíneos.
"... si la tentación incestuosa halla realmente en la naturaleza obstáculos infranqueables, no hubiera nunca necesidad de prohibirla, tanto por leyes implacables como por la costumbre. La verdad es totalmente opuesta. El primer objeto sobre el que se concentra el deseo sexual del hombre es siempre de naturaleza incestuosa - la madre o la hermana -, y solamente a fuerza de severísimas prohibiciones es como se consigue reprimir esta inclinación infantil..."
(Sigmund Freud, Introducción al Psicoanálisis, Cap. IV, Teoría sexual)