"Por lo que respecta a las tendencias sexuales, es evidente que desde el principio al fin de su desarrollo constituyen un medio de adquisición de placer, función que cumplen sin la menor discontinuidad. Tal es igualmente al principio el objetivo de las tendencias del Yo, pero bajo la presión de la necesidad, gran educadora, acaban estas por reemplazar al principio del placer por una modificación. La misión de desviar el dolor se les impone con la misma urgencia que la de adquirir el placer, y el Yo averigua que es indispensable renunciar a la satisfacción inmediata, diferir la adquisición de placer, soportar determinados dolores y renunciar en general a ciertas fuentes de placer. Así educado, se hace razonable y no se deja ya dominar por el principio del placer, sino que se adpata al principio de realidad, que en el fondo tiene igualmente por fin el placer; pero un placer que si bien diferido y atenuado, presenta la ventaja de ofrecer la certidumbre que le procuran el contacto con la realidad y la adaptación a sus exigencias."
(Sigmund Freud, Introducción al Psicoanálisis, Cap. 4 Teoría Sexual, 7. Puntos de vista del desarrollo y de la regresión. Etiología. )
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