Es importante comenzar preguntando al paciente:
- ¿Cuándo fue el primer contacto con el alcohol?
- ¿Cuánto tiempo se demoró desde el inicio del consumo a comprar su propias bebidas alcohólicas?, esto con el fin de evaluar la velocidad de instalación del proceso de consumo.
El paso siguiente en el proceso de dependencia, es que a medida que el paciente comienza a aumentar su ingesta se va determinando un aprendizaje y cambios de neuroadaptación que conllevan a una tolerancia.
La compulsión a beber se manifiesta fundamentalmente los fines de semana o cada vez que el paciente se contacta con el alcohol, o a veces cuando supera una determinada dosis de ingesta. Esto debe ser consultado explícitamente, puesto que puede ser ocultado por el propio paciente. Cabe identificar entonces las ocasiones en las cuales la persona pierde el control, indagando en la repetición y características de estas ocasiones.
- Inicialmente el patrón de consumo está determinado por circunstancias sociales de la vida cotidiana.
- El proceso de abuso y dependencia se empieza a instalar cuando se junta sólo en situaciones donde el alcohol está involucrado (fiestas, asados, bautizos, etc.). Selecciona aquellas personas que beben en mayor cantidad y las acompaña en las jornadas de ingesta. Empiezan los conflictos de pareja por abandono de responsabilidades familiares privilengiando los ambientes donde haya alcohol.
- El patrón se extrema cuando la ingesta es cotidiana y ocupa la mayor parte del tiempo. Predomina la motivación por la recompensa del alcohol. Aparece el consumo diario y los síntomas de privación que llevan a mantener una cantidad estable de alcohol en la sangre. Empiezan los permisos o interrupciones en el trabajo para consumir alcohol y reestablecer el equilibrio fisiopatológico.
El anterior es un clásico patrón de consumo, sin embargo este no es el único, por lo tanto es necesario conocer los criterios de dependencia que permitan identificar el cuadro. Un ejemplo de patrón atípico de consumo es el que se da sólo en compañía de amigos, pero que supera la cantidad deseada por el propio individuo, aparece la compulsión a beber y la pérdida de conciencia.
La compulsión a beber se manifiesta también en la preocupación por la disponibilidad de suficientes cantidades de alcohol que mantengan la intóxicación. Una de las defensas que emplean los individuos que presentan esta compulsión, es la racionalización que justifica la necesidad de beber consiste en que nunca bebe más que los amigos. En la medida que aumenta el consumo aparece la culpa y el remordimiento que lo llevan a beber aún más para reducir estas emociones negativas y adormecerlas. El efecto inhibidor del sistema nervioso central que tiende a reducir la culpa y la ansiedad, generando estados de euforia, a largo plazo decaen emergiendo nuevamente los síntomas depresivos, ansiosos, acompañados de insomnio, irritabilidad, bajo ánimo que pueden expresarse en crisis de pánico.
La consulta de estos pacientes ocurre cuando "tocan fondo", es decir, cuando pierden a sus familias y trabajos, y aparecen los síntomas físicos.
Psiquiatría Clínica. Editor: Andrés Heerlein (2000)
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