"Los hombres son seres que se curan, guardan de sí mismos, que generan, vivan donde vivan, un espacio parquizado en torno a sí mismos. En parques urbanos, parques nacionales, parques cantonales, parques ecológicos, en todos lados deben los hombres formarse una opinión sobre cómo debe ser regulada su conducta consigo mismos." Peter Sloterdijk, Reglas para el Parque Humano.

sábado, 30 de enero de 2010

Sobre la aptitud "científica" ante el uso cultural del alcohol.

Una postura muy distinta a la expresada por el psicoanalista Mauricio García (2001) es la del Jefe de Tratamiento y Rehabilitación del CONACE Mariano Montenegro en un reportaje del diario La Tercera del 23 de diciembre del 2009, cito:

Beber para "hacerse hombre".

En Chile, la costumbre que los padres inicien a sus hijos en el consumo de alcohol tendría sus orígenes en la década de 1930 en Valparaíso, donde se acostumbraba a dar cerveza a los pequeños. "Estaba la idea de que el niño chico, para que se hiciera hombre, había que enseñarle a tomar. La parte más abrupta indicaba que había que emborracharlo", indica Florenzano.

"Eso es absolutamente falso, mitología sin evidencia científica", afirma Montenegro. Según el experto, las estadísticas indican que en el inicio temprano en la ingesta de alcohol duplica la posibilidad de ser consumidor problemático y aumenta en ocho veces el riesgo de consumir drogas como marihuana y cocaína.



Llama la atención el categórico juicio que emite Montenegro respecto de un significado cultural asignado al beber alcohol, pero más nos alerta la completa censura que establece en torno a la posibilidad de encontrar un uso ajeno al que los clásicos manuales de psiquiatría y la estadística asociada dan a dicho consumo. Cualquier investigación que se aventure a la indagación de la subjetividad construida en torno a referentes populares del alcohol deberá hacer frente a este escollo moral que algunos "expertos" expondrán defendiendo lo que ellos consideran es la "evidencia científica".

El exámen estadístico de estas representaciones culturales del uso del alcohol no explicitan la lógica interna que articula y da sentido al consumo del mismo, sino antes bien expresan y confirman prejuicios que los propios agentes de la salud pública tienen respecto de los grupos marginales de la sociedad. A este fin sirve la evidencia científica, más que a explicar determinados fenómenos a sustentar posiciones de autoridad. García (2001) ya lo señalaba:

"El sólo hecho de situarse frente a estos discursos pensando que se trata sólo de creencias, lleva implícito una toma de posición etnocentrista: "lo que la gente cree no es verdad, sino sería un saber y no una creencia". (p.63)

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